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El aburrimiento y el mercado inmobiliario: cuando las paredes pesan

  • Foto del escritor: Jimena Amaya
    Jimena Amaya
  • 4 dic 2024
  • 3 Min. de lectura


Hay un momento en el que mirás a tu alrededor y sentís que el espacio que habitás ya no tiene nada nuevo para decirte. Las paredes, esas que un día fueron refugio y escenario de tantas historias, se vuelven silenciosas. La luz entra por las mismas ventanas, pero ya no te sorprende. Y ahí estás, en el lugar que llamás "casa", pero con la sensación de que te pesa más que te abraza.

Nos pasa a todos. No es que el espacio haya cambiado; cambiamos nosotros. Nos acostumbramos. Y la costumbre, cuando no viene con algo de chispa, suele desembocar en aburrimiento. Esa sensación incómoda que no sabés si es un empujón o una alarma.



El peso de la costumbre


Lo loco es que a veces el aburrimiento no tiene nada que ver con el lugar. Podés estar en un loft luminoso con vista a la cúpula más hermosa del barrio o en un departamento chico con el piso que cruje como Buenos Aires cuando despierta. Da igual. Si te falta algo que te conmueva, el espacio se achata, se desgasta. Y es ahí donde te preguntás: "¿Siempre fue así o soy yo que ya no veo lo que veía antes?".


La costumbre tiene ese efecto. Hace que lo extraordinario se vuelva cotidiano. Que lo que antes te llenaba los ojos ahora pase desapercibido. Pero ojo, el problema no es la costumbre en sí, sino cuando dejamos que nos gane. Porque es ahí cuando el aburrimiento se instala y las paredes se hacen pesadas.


Cuando el aburrimiento golpea la puerta


El mercado inmobiliario, en ese sentido, es como Tinder. Siempre hay algo nuevo para ver, algo más luminoso, más amplio, más "mejor". Pero el asunto es más profundo. ¿Es el lugar lo que te aburre o sos vos que estás buscando algo que no tiene que ver con los metros cuadrados?

A veces, en lugar de salir corriendo a buscar otra cosa, la respuesta está en reconectar con lo que ya tenés. Mover un mueble, pintar una pared, colgar un cuadro. Resignificar el espacio. Porque la casa no cambia sola, la hacemos cambiar con nuestra mirada.


Cuando la conexión se apaga


Ahora, si la sensación persiste, si sentís que ese lugar ya no es para vos, entonces sí, es tiempo de moverse. Y ahí es donde empieza otro camino: buscar algo que no solo te guste, sino que te despierte algo. Porque de eso se trata habitar: de conectar.


Y es acá donde yo aparezco, como puente, como acompañante. No para decirte qué te va a gustar, sino para ayudarte a encontrar un lugar que tenga esa chispa que creés perdida. Porque lo que buscamos, al final, no es solo una casa. Es un espacio que nos refleje, que nos abrace (sin asfixiarnos), y que nos inspire.


Aburrirse como punto de partida


El aburrimiento no es malo. Es una alarma, un llamado de atención. Nos obliga a repensar lo que tenemos, lo que queremos y lo que estamos dispuestos a buscar. Porque no se trata de paredes ni de metros cuadrados, sino de cómo los vivimos. Y a veces, para empezar de nuevo, hay que escuchar ese silencio que nos deja sin ganas... para llenarlo de algo que vuelva a emocionarnos.

Así que, si estás en esa, ya sabés: el aburrimiento puede ser el comienzo de algo mucho más grande. Tal vez sea hora de transformar ese espacio o buscar uno nuevo que te inspire de verdad. Todo cambio empieza con una conexión, y estoy acá para acompañarte en ese camino.


📞 11 7018-4686 ¡Hablemos y encontremos juntos ese lugar que vuelva a emocionarte!

1 Comment

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Josmara
Dec 05, 2024
Rated 5 out of 5 stars.

Me encantó!!

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