Puente en la tormenta: mediando alquileres en tiempos difíciles
- Jimena Amaya
- 9 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Ser intermediario en el mundo inmobiliario siempre tiene su lado desafiante, pero cuando la economía está en crisis, ese desafío se transforma en un acto de malabarismo constante. Los inquilinos luchan por cumplir con los pagos, los propietarios sienten el peso de la incertidumbre, y vos, como corredora inmobiliaria, te convertís en un puente entre dos realidades que muchas veces parecen opuestas. Sin embargo, en este escenario tan complejo es donde más valor tiene nuestro rol: ayudar a encontrar soluciones que no solo beneficien a ambas partes, sino que también aporten un poco de bienestar en medio del caos.

El primer paso es la empatía. Parece obvio, pero en tiempos difíciles, la clave está en saber escuchar, en ponerse en los zapatos del otro, tanto del propietario que necesita asegurar su renta, como del inquilino que tal vez tuvo que renunciar a parte de su ingreso (en un contexto tan delicado). Es una realidad que afecta a todos, y no hay espacio para rigideces. Es acá donde el intermediario se convierte en un negociador de confianza, con la responsabilidad de ser el vínculo que conecte las necesidades con las posibilidades y en el medio del sándwich; las responsabilidades asumidas.
Lo interesante es que, más allá de los números, este trabajo se trata de gestionar emociones. Como intermediarios, debemos lograr que el propietario entienda que el inquilino no siempre está en falta por elección, y que el inquilino comprenda que, para el propietario, ese inmueble también es una inversión que está en juego; muchas veces siendo único ingreso. Es un delicado equilibrio donde las soluciones creativas y conversadas son las que hacen la diferencia.
¿Qué significa ser creativo en este contexto? Significa abrir el juego a opciones más flexibles: renegociar los términos del contrato, proponer prórrogas, acordar formas de pago que permitan a ambas partes respirar un poco. Buscar ideas que no solo alivian la tensión, sino que también muestran el lado humano de la negociación. Además, hay que tener en cuenta el factor emocional: muchos propietarios alquilan porque necesitan ese ingreso para sostener su propio estilo de vida; y aquí insisto, todos estamos en el mismo barco.
Estás en el medio de estas realidades, y tu trabajo es generar confianza, mostrar que hay soluciones que no pasan solo por el precio. Este es el momento de ser más que un simple intermediario, de mostrar que podemos ser un aliado estratégico para ambas partes.
En este camino, las estadísticas no dejan de golpear fuerte: uno de cada cuatro inquilinos ha tenido que mudarse porque no podía seguir pagando el alquiler. Pero lejos de dejarnos llevar por la desesperanza, debemos enfocarnos en cómo hacer de esta situación una oportunidad para reinventar la manera en que mediamos en las relaciones entre propietarios e inquilinos. En lugar de vernos solo como diseñadores de contratos, tenemos que ser agentes de cambio, aportando una visión más comprensiva, más flexible, y más alineada con la realidad del otro.
En tiempos de crisis, la magia está en las conexiones que logramos crear. Esas pequeñas victorias que significan encontrar una solución que alivia a ambas partes son las que le dan sentido a este trabajo. Y si hay algo que aprendemos siendo intermediarios en momentos así, es que el desafío no es una barrera, sino una puerta para ser más creativos, más humanos, y, sobre todo, más conectados.
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