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Juncal 1958: La Recoleta que no se esfuerza por gustarte (y lo logra)

  • Foto del escritor: Jimena Amaya
    Jimena Amaya
  • 29 ene
  • 2 Min. de lectura


Recoleta tiene esa mística que no se fabrica, se respira. Es el barrio que combina fachadas elegantes con kioscos de toda la vida y cafés que sacan las mesas a la vereda como si quisieran tentarte a quedarte un rato más. Y ahí, sobre Juncal, entre el verde de los árboles y el murmullo suave de la ciudad, aparece este departamento. Dos ambientes con entrepiso que no necesita disfrazarse para llamarte la atención.


Living con luz y aire
Living con luz y aire

Desde afuera, el edificio ya te tira una indirecta: una fachada con personalidad, árboles que hacen de toldo natural y una vereda que parece diseñada para caminar sin apuro. Pero la verdadera magia está puertas adentro.


El living es lo primero que te recibe, y no pasa desapercibido. La luz entra como si tuviera entrada libre, iluminando el piso de madera que brilla con esa calidez que solo el tiempo puede regalarle. Todo el espacio respira amplitud, y cuando levantás la mirada, el entrepiso se asoma como el cómplice perfecto. Con sus ladrillos a la vista y ese techo bajo que te da ganas de apropiártelo, es un lugar que se adapta a lo que vos necesites: un rincón para dormir, trabajar o simplemente hacer nada (que también es válido).


La cocina es práctica y va al punto. No se hace la estrella, pero tiene lo justo y necesario para que te sientas como en un capítulo de MasterChef... o para que apoyes con estilo el delivery del día. Mesadas de granito, líneas modernas y el espacio justo para no complicarte. El baño sigue la misma onda: blanco, simple y funcional. No hay pretensiones, pero todo está donde tiene que estar.




Ahora, hablemos del entorno. Porque si este departamento es el escenario, el barrio es la obra completa. Juncal te ofrece esa mezcla perfecta de barrio tranquilo con alma. Hay cafés con aroma a medialunas recién horneadas, negocios que parecen haber sido curados con buen gusto y una calma que, lejos de ser aburrida, te invita a disfrutar de cada paso. Todo está a mano, pero sin invadirte. Es el tipo de lugar donde te da ganas de frenar en una esquina, mirar alrededor y pensar: “Sí, acá estoy bien”.


Juncal 1958 no es solo un departamento, es un pedacito de Recoleta que se siente como propio. Tiene esa luz que te hace bien, el espacio justo para que te reinventes y un entorno que lo completa. ¿Querés verlo? Vení, pasá, recorré. Te aseguro que una vez que cruces esa puerta, no vas a querer salir.

 
 
 

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Invitado
29 ene
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Me gustan esas descripciones del barrio

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